21/4/09

La lección de Barticciotto

Descreemos de la santidad de los jugadores de Colo Colo. Tampoco compartimos la idea generalizada de que los partidos que se ganan son éxito de los jugadores, y los que se pierden fracaso del técnico.
Hay que guardar las proporciones, y considerar que hay tanta verdad en lo que dicen los jugadores de Colo Colo como en lo que dice el ex técnico Marcelo Barticciotto.
Los jugadores, de nuevo, no son santos.
Los jugadores tienen una excelentes sueldos y contratos amarrados de acuerdo con la reciente tradición de considerarlos estrellas hollywoodenses. Entonces, como lo reconoció uno de los directivos de la empresa Blanco y Negro, que administra al Colo Colo, sacar a uno de los jugadores para dejar al técnico representaba, más o menos, $300 millones.
Obviamente, era más fácil cortarle la cabeza al técnico, como se hizo impunemente con la del técnico anterior. ¿Por qué los técnicos deben pagar con su cabeza la mediocridad de los jugadores?
Los jugadores, en este caso de Barticciotto, estaban obviamente coludidos. Decidieron jugar mal para ponerle presión al técnico, y lograron sacarlo. Cuando ya estaba fuera, entonces quisieron jugaron bien, y ganaron su más reciente partido.
No creemos que el asunto del mal juego de los jugadores sea un problema exclusivo del técnico. Por supuesto, hay técnicos malos, pero aún así, pueden ser rebasados por un buen juego de los jugadores, y quedar a salvo.
Esta gambeta mentirosa de que los técnicos tienen que irse cuando los malos jugadores (o los jugadores coludidos para perder y poner presión sobre el técnico que les desagrada) pierden, puede superarse fácilmente.
La manera de ponerse a todos en su sitio, tanto a técnicos como a jugadores, es contratarlos con contratos abiertos. Si el técnico es malo, se va, sin que le resulte oneroso al club. De la misma, si un jugador no rinde lo que el técnico quiere, se va, sin que le resulte oneroso al club.
Quisiera ver a los jugadores perdiendo bajo este sistema. ¡Ninguno!
Todos quisieran ganar, todos quisieran sudar la camiseta, todos correrían, todos se entenderían, todos jugarían que es para lo que fueron contratados.
La enseñanza ya estaba con Real Madrid. Un equipo multimillonario, lleno de estrellas y perdía muchos partidos. No era equivalente el valor de su nómina de jugadores con el rendimiento en el marcador.
¡Pero no podían ser tocados porque tenían contratos amarrados!
Colo Colo debía aprender y dar el primer paso en la dirección correcta: contratos abiertos, según rendimiento, como al resto de trabajadores de Chile.
Ya ese paso intentó darlo Marcelo Barticciotto, y los jugadores coludidos lo descabezaron…

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